El canto de los monstruos

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El compositor francés Maurice Ravel (1875-1937) escribió en 1908 la suite Ma Mère l’Oye (Mi madre Oca o Mamá Oca) para piano a cuatro manos. Es una obra que dedicó a los hijos de unos amigos, el matrimonio Godebski. Cada movimiento recrea un cuento infantil. El propio Ravel la orquestó en forma de suite en 1911 y, un año después, la transformó en ballet añadiendo nuevas partes.

Belle Bete 2El cuarto movimiento de la suite se titula Les entretiens de la Belle et de la Bête (Conversación de la Bella y la Bestia) y se basa en el célebre cuento que la también francesa Jeanne-Marie Leprince de Beaumont (1711-1780) incluyó en su colección “El almacén de los niños” (1757).
En Les entretiens, el clarinete solista, con el apoyo de la cuerda, el arpa y la madera alta, entona un delicioso vals… Pero tras una breve pausa, la danza de la Bella es interrumpida por la voz grave y ronca de la Bestia encarnada en el voluminoso contrafagot:


CONTRAFAGOT
Si pudiéramos desplegar el contrafagot, nos encontraríamos con que mide casi 6 metros; por suerte el tubo está plegado tres veces sobre sí mismo y el instrumento “solo” alcanza 1,60 metros. Este aerófono de doble lengüeta, hermano del fagot, es el instrumento de viento-madera más grave y tiene su origen en el siglo XVIII, empleándose en la orquesta desde el XIX (Beethoven es uno de los primeros compositores en utilizarlo) Desde entonces aparece a menudo en obras sinfónicas y, como el flautín, el corno inglés o el clarinete bajo, es una ampliación habitual del registro de las maderas. La voz que Ravel eligió para su Bestia no puede considerarse hoy como un instrumento raro.

Sin embargo, a lo largo de la historia se han construido otros muchos “monstruos”, instrumentos enormes que se mueven en un inframundo de sonidos tan graves que en algunos casos alcanzan frecuencias difícilmente audibles por el ser humano. La mayoría de estos monstruos son verdaderas rarezas que, probablemente, jamás lleguemos a ver en directo. Hay prototipos y ejemplares únicos en el mundo, habitantes de vitrinas de museo, rarezas de feria o supervivientes de la experimentación de lutieres e inventores que, con sus creaciones extravagantes, parecen buscar más la notoriedad que la respuesta a necesidades musicales reales. Pero también hay algunos monstruos cuyo canto encierra una belleza diferente que merece la pena descubrir…

Pasen y vean. No tengan miedo y no duden en entrar a nuestra…

Galería de monstruos

recordersLa idea de construir un mismo instrumento en diferentes tamaños surge en el Renacimiento (siglos XV y XVI), cuando aún no existe una independencia de la música instrumental y ésta se limita la mayoría de las veces a apoyar, doblar o sustituir las voces de los cantantes. Con el auge de la polifonía se crean también familias completas de instrumentos similares como flautas de pico o violas da gamba en varios tamaños para abarcar los registros vocales, de los que toman los nombres (soprano, contralto, tenor, bajo) para indicar su altura relativa en el grupo. El cuarteto se complementa con diferentes afinaciones y con otros registros que exploran los extremos agudo (sopranino) y grave (contrabajo, sub-bajo, gran bajo…)

Flauta de pico subcontrabajo

Karel van Steenhoven muestra en este video una flauta dulce o de pico subcontrabajo construida a partir de un modelo de hacia 1600. En la explicación, el flautista destaca la existencia de llaves (la mayor de las cuales sirve tanto para flautistas diestros como para zurdos) y la fontanela, una carcasa protectora que se utilizaba también en otros instrumentos renacentistas como la bombarda.

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Pero la mayoría de estos gigantes musicales son fruto de la experimentación del siglo XIX, una época en la todo estaba a favor: el desarrollo industrial y tecnológico que permitía la fabricación de nuevos instrumentos y el perfeccionamiento de los tradicionales, la aplicación de mayores conocimientos de física acústica, la invención de medios que facilitan la producción del sonido como el sistema de llaves de Theobald Böhm para la madera y los pistones para el mesaxofonestal, la figura de constructores e inventores geniales como el belga Adolphe Sax, la competencia entre los diferentes fabricantes en las exposiciones y ferias, la ampliación de la orquesta romántica tanto en volumen como en variedad tímbrica, las demandas de compositores como Wagner o Berlioz… Consecuencia de este periodo tan apasionante es la invención y desarrollo de instrumentos como el saxofón, la celesta o la tuba, y muchos otros que no han sobrevivido al paso del tiempo.

Los intentos de ampliación hacia el registro grave de los instrumentos convencionales parecen no haber terminado aún. A lo largo del siglo XX y también en la actualidad aparecen de cuando en cuando propuestas que ¿quién sabe? tal vez algún día sean tan habituales como el contrafagot.

Sigamos disfrutando de esta galería de monstruos y admiremos a continuación algunos ejemplares espectaculares.

Octabajo

El mayor de los instrumentos de arco fue creado por el luthier francés Jean-Baptiste Vuillaume (1798-1875) y llegó a ser elogiado y empleado por Wagner y Berlioz. El octabajo alcanza una altura cercana a los cuatro metros y necesita que el instrumentista se suba a una plataforma ubicada junto a la caja de resonancia. Naturalmente el mástil queda fuera del alcance de la mano y sus tres cuerdas se pisan gracias a un sistema de palancas. Este coloso, que hoy es un pintoresco testimonio de los experimentos del Romanticismo, está afinado dos octavas por debajo del contrabajo y su nota más grave es más baja aún que los pedales del órgano, rozando el umbral de la audición humana.

Una réplica de 2007 en el Musical Instrument Museum (Phoenix, Arizona)

Flauta travesera subcontrabajo

También se denomina flauta octabajo y está afinada en Do, tres octavas por debajo de la flauta de concierto. Son escasos los ejemplares existentes en el mundo y se utilizan especialmente en grupo, junto a otros tamaños. Es la mayor flauta de metal, aunque hay otra aún más grave, la hiperbajo, en PVC y madera. La flauta subcontrabajo es fabricada por la firma japonesa Kotato & Fukushima.
La flautista Paige Dashner Long al frente de The Florida Flute Orchestra como directora e intérprete de la flauta subcontrabajo.

Clarinete octocontrabajo

Para ver este rarísimo clarinete hay que ir hasta la pequeña localidad francesa de La Couture-Boussey, en la Alta Normandía, y visitar su Museo de Instrumentos de Viento. El clarinete octocontrabajo es un prototipo de la casa Leblanc, construido enteramente en metal y, a pesar de que es el único ejemplar en el mundo, cuenta con tres composiciones con orquesta. En el mismo museo puede admirarse uno de los tres únicos clarinetes octocontraltos que existen (el más grande después del octocontrabajo, y también fabricado por Leblanc)

Los tres clarinetes más graves del mundo juntos en el Museo de La Couture-Boussey: contrabajo, subcontralto y subcontrabajo


Dúo de clarinetes contrabajo y octocontralto: Humorous scherzo de Sergei Profofiev

Saxofón subcontrabajo

El creador del saxofón, Adolphe Sax, fabricó su instrumento más célebre en multitud de tamaños y varias afinaciones para su empleo en orquestas y en bandas militares. El subcontrabajo o bordón, una octava más grave que el bajo, fue patentado por Sax pero no llegó a construirse hasta tiempos recientes (1999). Sí se hicieron, sin embargo, a lo largo del siglo XX algunos saxofones gigantes destinados al espectáculo, como el que apareció en el show televisivo de la CBS I’ve Got a Secret.

El constructor alemán Benedikt Eppelsheim ha creado los registros más extremos del saxofón, con el soprillo o saxofón sopranissimo en el agudo y en el extremo grave los saxofones contrabajo “tubax” (1999) y subcontrabajo (2002). Curiosamente, aunque la longitud del tubo es lógicamente mayor que la de los demás saxofones, el modelo de Eppelsheim es más compacto que el bajo o el contrabajo al doblar su tubo cuatro veces en lugar de dos.

Monstruos del metal

A diferencia de los instrumentos de viento-madera, en los que los diferentes medios de vibración del aire, la sección del tubo o los materiales imprimen una fuerte personalidad para cada timbre, el metal forma un grupo de sonoridad mucho más homogénea, funcionando tradicionalmente como una sola familia con sus diferentes registros desde el soprano de la trompeta al bajo de la tuba. Pero las cualidades de cada instrumento de metal y sus diferencias más sutiles también se han intentado llevar a los diferentes registros agudos y graves, algunos de uso frecuente: trompeta piccolo, trombón bajo etc. En algunos casos, lo que se presenta como nuevo instrumento es el resultado es un híbrido o falsificación, como esta supuesta “trompeta gigante”… realizada a partir de una tuba.

 

Trompa contrabajo

Un raro ejemplar de trompa o corno francés de gran tamaño que mantiene su fisonomía.

Trombón contrabajo y Cimbasso

El miembro más grave de la familia del trombón no resulta tan extravagante como otros instrumentos vistos hasta aquí. Si bien no se prodiga, hay algunas obras orquestales importantes que lo incluyen, como la Sinfonía Alpina de Richard Strauss, Canticum Sacrum de Stravinsky y Gurrelieder de Schoenberg, además de otras obras contemporáneas. Aquí, una interpretación del célebre Cisne de El Carnaval de los animales de Saint-Saëns (original para violoncello y piano)

El cimbasso es un instrumento creado en Italia hacia 1830 que puede considerarse como un trombón contrabajo de pistones. Se utilizó especialmente en la ópera (Bellini, Verdi o Puccini lo emplearon) y hoy en día se sustituye por la tuba.

Tuba subcontrabajo

La tuba, ya de por sí un instrumento grave y voluminoso, también ha explorado los misterios de las más bajas frecuencias con la fabricación del rarísimo modelo subcontrabajo. Adolphe Sax está también detrás de la idea, aunque fue Besson quien realizó los primeros modelos modernos para la banda de John Philip Sousa. A lo largo del siglo XX se han realizado algunas tubas colosales.

En este video podemos ver a Jörg Wachsm tocar un instrumento que, directamente, se presenta como “tuba gigante” (riesentuba). ¿Y qué obra toca? Pues una que, en principio, no parece la más apropiada para este coloso: El vuelo del moscardón, de Rimsky-Korsakov.

Los extremos… se tocan

Violín y octabajo : Extracto de La Follia (Arcangelo Corelli)


Clarinetes sopranino en La b y octocontralto: Danza del hada del azúcar, de El Cascanueces (Tchaikovsky)

Saxofones subcontrabajo y soprillo: Saxophobia Concert (Attilio Berni)