Pólvora y timbales I

HAENDEL_unacosarara

Una de las obras más populares e interpretadas del siglo XVIII tuvo uno de esos estrenos “sonados” -nunca mejor dicho, como veremos- que pueblan los anecdotarios de la Historia de la música. Nos remontamos a 1749, en Londres, donde el rey Jorge II encarga un grandioso espectáculo para celebrar el fin de la Guerra de Sucesión Austriaca con el tratado de Aquisgrán, un espectáculo que –como buen monarca barroco- debía servir además para distraer e impresionar a sus súbditos. El remate de los festejos habría de ser una velada de fuegos artificiales en Green Park y para ello se encargó la música de acompañamiento a Georg Friedrich Haendel (1685-1759); el mejor compositor para el mejor espectáculo.

La Réjouissance: Allegro

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partitura_haendelLa composición del sajón afincado en Londres, “Música para los reales fuegos artificiales” (Music for the Royal Fireworks), es una suite en cinco movimientos, que se abre con una amplia obertura, utiliza danzas habituales en la suite como la bourrée o el minueto e incluye dos movimientos alegóricos dedicados a La Paz y El Júbilo:

  1. Ouverture: Adagio – Allegro – Lentement -Allegro
  2. Bourrée
  3. La Paix: Largo alla siciliana
  4. La Réjouissance: Allegro
  5. Menuet I – Menuet II

Por expreso deseo de su majestad -que quería acentuar el carácter militar de los fastos- Haendel dispuso de una plantilla orquestal enorme pero que no le convencía demasiado al no incluir instrumentos de cuerda: dos docenas de oboes, una de fagotes (con contrafagot), nueve trompetas y otras tantas trompas, tres pares de timbales y un número indeterminado de cajas. Una banda militar, por tanto, para dar gusto al rey, pero también para que la música de viento y percusión pudiera oírse entre las explosiones de los fuegos.  El propio Haendel arregló la obra para interpretaciones posteriores con una orquestación más convencional que incluye la cuerda y de la que se conserva el manuscrito en la British Library.

Pero aunque es habitual su interpretación en diversos arreglos para orquesta moderna, la corriente “auténtica” o “historicista” ha recuperado las plantillas instrumentales originales (con o sin cuerdas).

Primera versión de la pomposa obertura con la instrumentación que Haendel utilizó en el espectáculo de fuegos artificiales. Interpretación de 1991 a cargo de The King’s Consort dirigidos por Robert King

 Versión con cuerdas por Le Concert des Nations dirigidos por Jordi Savall en 2012

Regresemos a 1749 para asistir asombrados a los preparativos del espectáculo. Mientras los operarios se afanan en rematar el colosal escenario diseñado para la ocasión por el florentino Giovanni Niccolo Servandoni (una impresionante edificación de 125 metros de largo y 35 de alto) los músicos se disponen a ensayar la suite al aire libre. Más de 12.000 londinenses atraídos por la curiosidad asisten en masa al ensayo y los carruajes atascan el puente de Londres durante tres horas. El día previsto para el festejo, 27 de abril, todo se torció. Para empezar, llovió (nada grave para un inglés, desde luego, pero algo muy poco aconsejable cuando hay pólvora de por medio). Pero lo peor estaba por llegar.

Los Reales Fuegos artificiales de 1749 sobre el Támesis. Grabado coloreado. (Fuente: Wikipedia)

Los Reales Fuegos artificiales de 1749 sobre el Támesis. Grabado coloreado. (Fuente: Wikipedia)

Tras la interpretación de la obertura y el disparo de un centenar de cañones, los fuegos artificiales acompañaron las secciones centrales de la suite. Pero en “La Réjouissance” los cohetes salían sin ningún control, provocando situaciones peligrosas. Los pirotécnicos intentaron arreglar la situación, pero el edificio acabó en llamas en medio del pánico: una estampida que provocó heridos, arrestos y peleas. La música continuaba en medio del desastre y, para colmo de disparates, el incendio llegó hasta la mismísima efigie de Jorge II que coronaba el monumento efímero y que cayó al vacío entre las llamas, como un ángel rebelde. Total que, al final, lo único salvable de la celebración fue la música de Haendel, que pasó a la posteridad por encima de las pompas reales y de la momentánea paz europea.

Handel: Music for the Royal Fireworks; Minuet I, II, III

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